Una invitación a construir la Casa de Dios - Parte 1

by Daniel Yahav

Esta enseñanza es sobre el momento en que el pueblo de Dios, unido, construye el Tabernáculo, la casa de Dios. Es una imagen y un estímulo para animarnos a invertir en la construcción de la casa espiritual de Dios. Debe servir a cada miembro como incentivo a contribuir en la construcción de la Casa de Dios, según sus habilidades y posibilidades. Todos somos parte del pueblo de Dios llamado a ser parte de la construcción espiritual de la familia de Dios. Y habló el Señor a Moisés diciendo: Di a los hijos de Israel que tomen una ofrenda para mí; de todo aquel cuyo corazón le mueva a hacerlo, tomaréis mi ofrenda . Y que hagan un santuario para mí, para que yo habite entre ellos. (Exodo 25:1-2,8)

Dios le había dado a Moisés las instrucciones exactas de cómo construir el Tabernáculo, el cual sería el lugar visible de habitación de Dios entre Su pueblo. Esta era una oportunidad única para el pueblo de Dios de dar libremente una ofrenda y así tomar parte en este proyecto grandioso de construcción del Tabernáculo, el lugar de habitación de Dios, el cual serviría a muchas generaciones y se sostendría por cientos de años.

Los hijos de Israel eran una nación de esclavos en Egipto, quienes no poseían nada de valor. Sin embargo, cuando finalmente lograron salir, después de las diez plagas, recogieron donaciones de oro, plata y finos vestidos de sus vecinos egipcios. Esta era la primera vez que poseían algo hermoso y valioso en sus vidas. (Exodo 12:35)

Luego, rápidamente, vino el anuncio de Moisés de que Dios estaba pidiendo donaciones voluntarias para poder construir el Tabernáculo. Cada quien necesitaba decidir si estaba dispuesto a dar de sus tesoros apenas adquiridos o quedarse con ellos. Muchos dieron voluntaria y alegremente, entendiendo que era una oportunidad de ofrecer una ofrenda espiritual al Señor y ser parte de algo mayor cuyo valor iba más allá del oro, la plata o los artículos preciosos que estaban donando. También podríamos decir que era un gesto de agradecimiento hacia Dios, por todo lo que El había hecho por ellos, liberándolos de la esclavitud. Y todo aquel a quien impulsó su corazón y todo aquel a quien movió su espíritu, vino y trajo la ofrenda del Señor para la obra de la tienda de reunión… (Exodo 35:21). Pero, estaban también aquellos que estaban reacios, sin disposición de dar ninguna de sus posesiones. Cuando al fin se decidieron a dar su contribución, les fue dicho que ya no era necesario. (Exodo 36:5-7) Ellos perdieron la oportunidad de tomar parte en la construcción del Tabernáculo de Dios.

Nosotros también deberíamos preguntarnos cuánto amamos a nuestro Dios y cuánto nos importa lo que para El es importante. ¿Estamos dispuestos a dar nuestras posesiones, tiempo, habilidades, recursos, etc. para la construcción del reino de Dios? ¿O estamos ocupados sólo en nosotros mismos?

Dios ve nuestros corazones y conoce nuestros pensamientos mejor que nosotros, tal como lo demostró Yeshua mientras estuvo en la tierra – El sabía exactamente lo que había en el corazón de las personas, sus puntos débiles y los motivos secretos. Para el joven rico gobernante, Jesús le dijo de darlo todo (Lucas 18:18-23) ya que sabía que sus riquezas eran el ídolo en su corazón; en cambio, para Zaqueo era suficiente dar la mitad de sus riquezas a los pobres, una acción que demostraba el cambio en su corazón (Lucas 19:1-10). Por otro lado, la viuda pobre dio sus últimas dos monedas al Señor y esto fue contado como mucho más de lo que los ricos habían dado hasta entonces (Lucas 21:1-4). Dar al Señor siempre va acorde con el acontecer de nuestro corazón.

En el proceso de construcción se necesitaron diferentes materiales y habilidades, todos podían contribuir con algo y ser parte del proyecto. Naturalmente, no todos tomaron parte de la construcción física pero todos tuvieron la oportunidad de contribuir con el proyecto , el cual era supervisado por obreros calificados, llenos del Espíritu Santo, siguiendo las instrucciones recibidas por Moisés en la montaña. Y lo he llenado del Espíritu de Dios en sabiduría, en inteligencia, en conocimiento y en toda clase de arte, Así fue acabada toda la obra del tabernáculo de la tienda de reunión. Los hijos de Israel hicieron conforme a todo lo que el Señor había mandado a Moisés; así lo hicieron. (Exodo 31:3, 39:32) .

Cuando todo estuvo listo y terminado, el Tabernáculo fue levantado en un día, el primer día del primer mes, un poco menos de un año desde el momento en que salieron de Egipto. Y aconteció que en el primer mes del año segundo, el día primero del mes, el tabernáculo fue levantado. (Exodo 40:17). Sin embargo, lo más importante del Tabernáculo era la presencia de Dios mismo más que los hermosos utensilios. Entonces la nube cubrió la tienda de reunión y la gloria del Señor llenó el tabernáculo. (Exodo 40:34) . Este era el propósito del Tabernáculo, la presencia de Dios en medio de Su pueblo.

Es muy interesante darnos cuenta que nosotros, como cuerpo de creyentes, estamos siendo construidos en un ser espiritual, un lugar de habitación para Dios, somos piedras vivas que ofrecemos sacrificios espirituales: ... así también vosotros, como piedras vivas, sed edificados como casa espiritual para un sacerdocio santo, para ofrecer sacrificios espirituales aceptables a Dios por medio de Jesucristo. (1 Pedro 2:5). La familia espiritual de Dios está formada por todos aquellos quienes son hijos de Abraham por la fe, que han sido injertados en ella a través de la fe en Yeshua, el hijo de Dios quien borra nuestros pecados. Así pues, ya no sois extraños ni extranjeros, sino que sois conciudadanos de los santos y sois de la familia de Dios, edificadossobre el fundamento de los apóstoles y profetas, siendo Cristo Jesús mismo la piedra angular, en quien todo el edificio, bien ajustado, va creciendo para ser un templo santo en el Señor, en quien también vosotros sois juntamente edificados para morada de Dios en el Espíritu. (Efesios 2:19-22)

Es interesante notar que nosotros, el templo espiritual, también seremos levantados en un día, en el momento en que todas las “piedras vivas” seamos reunidos a una, al sonido de la trompeta de Dios, y terminemos su edificación. Pues el Señor mismo descenderá del cielo con voz de mando, con voz de arcángel y con la trompeta de Dios, y los muertos en Cristo se levantarán primero. Entonces nosotros, los que estemos vivos y que permanezcamos, seremos arrebatados juntamente con ellos en las nubes al encuentro del Señor en el aire, y así estaremos con el Señor siempre. (1Tesalonicenses 4:16-17).

Mientras, en esta tierra, estamos todavía en el proceso de construcción de la casa espiritual de Dios y este es un proyecto para todos, no para unos pocos. Todos estamos invitados a participar. La pregunta es ¿Cuánto entusiasmo tenemos para construir la casa de Dios? O simplemente ¿Somos indiferentes y estamos pendientes sólo de nosotros mismos? Los israelitas que donaron con alegría fueron partícipes de la construcción de la habitación de Dios entre ellos y, seguramente, Dios vio sus corazones al dar con generosidad de sus posesiones y habilidades. Pero aquellos que dudaron y decidieron hacerlo ya tarde, perdieron la oportunidad de formar parte de este proyecto extraordinario el cual se sostuvo por cientos de años. De la misma manera, nosotros tenemos la oportunidad, como hijos de Dios, de formar parte, contribuir y dar de buena voluntad para la construcción de la habitación espiritual de Dios; y, esta casa de Dios no sólo se sostendrá por cientos de años sino que lo hará ¡por toda la eternidad!

¡Qué privilegio tenemos de poder invertir no en cosas temporales sino en las eternas!