Las fiestas del séptimo mes

by Daniel Yahav

La temporada de las Fiestas de otoño es muy especial. Ya en la Biblia, la Fiesta de los Tabernáculos se le llamó “LA Fiesta”. Cuando habla de que ellos subieron a Jerusalén para LA fiesta, siempre se refiere a la Fiesta de los Tabernáculos. En estos momentos, todos los “tiempos señalados” de Dios, o fiestas Bíblicas, son una señal profética importante para nosotros. Cada una de ellas, tiene un cumplimiento profético en la historia de la humanidad. Las fiestas de primavera: la Pascua, significa la muerte de nuestro Señor Yeshua; la fiesta de los Panes sin levadura, significa Su resurrección y Pentecostés, significa el derramamiento del Espíritu Santo y la primera cosecha de creyentes. Todas estas fiestas de primavera ya se han cumplido. Sin embargo, las cuatro fiestas de otoño, aún no. Son un recordatorio de lo que vendrá y nos hablan de la necesidad de estar listos en todo momento para recibir al Señor.“... del día y la hora nadie sabe...” (Mateo 24: 36). Ahora, nos enfocaremos en estas fiestas de otoño.

1) La fiesta del recordatorio del Sonar de las Trompetas

“En el mes séptimo, al primero del mes tendréis día de reposo, una conmemoración al son de trompetas, y una santa convocación.” (Lev 23:24) . Es para recordarnos del rapto, cuando el Señor aparecerá al sonido de la trompeta Porque el Señor mismo con voz de mando, con voz de arcángel, y con trompeta de Dios, descenderá del cielo; y los muertos en Cristo resucitarán primero. Luego nosotros los que vivimos, los que hayamos quedado, seremos arrebatados juntamente con ellos en las nubes para recibir al Señor en el aire, y así estaremos siempre con el Señor. (1 Tesalonicenses 4: 16-17). “… porque se tocará la trompeta, y los muertos serán resucitados incorruptibles, y nosotros seremos transformados.” (1 Corintios 15:52b).

Vemos alrededor nuestro los signos de los tiempos. Signos de las cuales Yeshua habló en el capítulo 24 de Mateo: “Así también vosotros, cuando veáis todas estas cosas, conoced que está cerca, a las puertas .(Mateo 24:33). Velad, pues, porque no sabéis a qué hora ha de venir vuestro Señor. (Mateo 24:42)

Este es el momento de asegurar que nuestras relaciones están en el buen orden: en primer lugar, con Dios mismo, saber que estamos caminando ante El en obediencia a Su palabra, en el temor del Señor, sin pecado escondido sin confesar; y, en segundo lugar, con los demás, perdonando y pidiendo perdón donde y a quien sea necesario. Debemos estar alertas, vigilando y orando, sin dejar que las ocupaciones de la vida nos distraigan de pasar tiempo en la Palabra de Dios y en Su presencia. Yeshua, el Novio, busca una novia sin mancha ni arruga. Seamos diligentes para que cuando regrese súbitamente, seamos encontrados listos, con corazones limpios y nuestras lámparas llenas.

2) Yom Kippur – El día de la expiación

“A los diez días de este mes séptimo será el día de expiación; tendréis santa convocación, y afligiréis vuestras almas... (Levítico 23:27). La palabra “aflicción” se usa tres veces en este contexto. Tiene que ver con gran sufrimiento, arrepentimiento profundo y remordimiento por los pecados cometidos.

El Lugar Santísimo era accesible sólo un día al año, a una sola persona – el sumo sacerdote – y sólo después de haber obedecido unas instrucciones particulares. Este deber sacerdotal era tomado muy seriamente porque nuestro Dios es Santo y fuego consumidor. Los hijos de Aaron no tuvieron temor del Señor y ofrecieron un fuego extraño, que Él no había comandado, y fueron consumidos por el fuego. El fuego aquí representa al Espíritu Santo. Tal como la oración y el incienso van juntos, así el Espíritu Santo y la oración están conectados. Véase Apocalipsis 5:8, Romanos 8:26. Ofrecer incienso con un fuego extraño sería como ministrar al Señor con otro espíritu. Debemos adorar al Señor en espíritu y en verdad, sin dejar que la carne ú otros espíritus se mezclen en nuestra adoración, porque Dios es el mismo ayer, hoy y siempre. En el libro de los Hechos, Ananías y Sáfira fueron derribados muertos por Dios, al mentirle al Espíritu Santo. Nos hace bien tomarlo seriamente. El Sumo Sacerdote tenía que colocar incienso en el fuego y dejar que la nube cubriera el asiento de la misericordia antes de entrar con la sangre del sacrificio, ya que si no moriría ante la presencia de Dios (Levítico 16:13). En las traducciones en inglés (y en español) dice que tenía que rociar la sangre en el lado este del asiento de misericordia. Ahora, en la versión original hebrea dice que debía rociar la sangre en el asiento de misericordiahacia el este y luego, a lo largo del frente del asiento de misericordia también. “Tomará además de la sangre del novillo y la rociará con su dedo en el lado oriental (hacia el este) del propiciatorio; también delante del propiciatorio rociará con su dedo siete veces de la sangre.” (Levítico 16:14). El rociar hacia el este y luego al frente hacen la forma de una cruz hecha con la sangre del sacrificio, por lo que revela una imagen del plan de salvación, la expiación de Yeshua por nuestros pecados, lo cual nos dio acceso al Lugar Santísimo – a la presencia del propio Dios Todopoderoso.

Dentro del Asiento de Misericordia estaban las tablas de la Ley, testificando en contra del pueblo que había quebrado los mandamientos el año anterior. Al Dios mirar hacia abajo, vería la sangre colocada entre el sumo sacerdote – representando al pueblo - y Él, perdonando así sus pecados y cubriéndolos, visionando el sacrificio de Yeshua, el verdadero cordero de Dios. Todo esto sucedía en secreto, mientras el pueblo esperaba afuera, arrepintiéndose y afligiéndose, en la esperanza de que Dios tendría misericordia y perdonaría sus pecados. Ahora, nosotros estamos bendecidos de tener la certeza de Su misericordia todos los días – no sólo una vez al año. Cuando Dios mira en nuestros corazones, si nos arrepentimos sinceramente, nos volvemos de nuestros malos caminos y recibimos por fe la expiación por la muerte de Yeshua en la cruz, su sangre lava nuestros pecados, y el propio Dios resucitado como Sumo Sacerdote, se coloca entre nosotros y el Dios Todopoderoso. Podemos, entonces, tener acceso al Trono de la Gracia – o el Asiento de la Misericordia – todos los días.

Significado profético

La palabra profética en la Biblia nos dice que vendrá un tiempo de gran tormento para Israel, a través del cual el pueblo de Dios se arrepentirá y cumplirá el delineado de este día de expiación. Este tiempo podría llegar muy pronto. El capítulo 30 de Jeremías nos habla del momento cuando Israel y Judá regresarían a la Tierra y la poseerían. ¡Esos son los tiempos que vivimos actualmente! Y continúa de esta manera: “He oído voces de terror, de pánico, y no de paz ...“¡Ay! porque grande es aquel día, no hay otro semejante a él; es tiempo de angustia para Jacob...” (Jeremías 30:5-7). El profeta Zacarías también declara esta palabra del Señor: “Y sucederá aquel día que haré de Jerusalén una piedra pesada para todos los pueblos; todos los que la levanten serán severamente desgarrados. Y contra ella se congregarán todas las naciones de la tierra.” (Zacarías 12:3). “Y yo reuniré a todas las naciones en batalla contra Jerusalén;” (Zacarías 14:2). La ONU ya esá en contra de Israel y no reconoce a Jerusalén como su capital. Las naciones se están reuniendo en su contra y vendrá un tiempo de sufrimiento terrible y de limpieza por fuego, en medio de una gran guerra. Pero Dios dice: “Estoy celoso en gran manera por Jerusalén y por Sion” (Zacarías 1:14).

“Y sucederá aquel día que me dispondré a destruir a todas las naciones que vengan contra Jerusalén” ( Zacarías 12:9). Dios juzgará a las naciones en el cómo han tratado a Su pueblo y a Su tierra: reuniré a todas las naciones, y las haré bajar al valle de Josafat.
Y allí entraré en juicio con ellas a favor de mi pueblo y mi heredad, Israel, a quien ellas esparcieron entre las naciones, y repartieron mi tierra.
” (Joel 3:2).

En este momento se dará el cumplimiento profético del Día de la Expiación, cuando Dios derramará un espíritu de arrepentimiento sobre Su pueblo y reconocerán a Yeshua como su propio Mesías, de su misma carne y sangre, y llorarán y se lamentarán que ellos una vez gritaron: “Crucifíquenlo”. Afligirán sus almas como está escrito en Levítico. "Y derramaré sobre la casa de David y sobre los habitantes de Jerusalén, el Espíritu de gracia y de súplica, y me mirarán a mí, a quien han traspasado. Y se lamentarán por El, como quien se lamenta por un hijo único, y llorarán por El, como se llora por un primogénito.” (Zacarías 12:10) . Luego, el Espíritu Santo descenderá sobre Israel para limpiarlos, perdonarlos y renovarlos; removerá el corazón de piedra y en su lugar pondrá uno de carne y escribirá Su ley en sus corazones. Además, os daré un corazón nuevo y pondré un espíritu nuevo dentro de vosotros; quitaré de vuestra carne el corazón de piedra y os daré un corazón de carne. ( Ezequiel 36:26-28). “Pondré mi ley dentro de ellos, y sobre sus corazones la escribiré; y yo seré su Dios y ellos serán mi pueblo.” (Jer 31:33). En este momento en el tiempo, cando los ojos espirituales de Israel sean abiertos para ver a su Mesías Yeshua, entonces lo invocarán y Él regresará, cumpliendo lo que Yeshua dice en Mateo 23:29, de que Israel no lo verá de nuevo hasta que lo invoquen. Su retorno abrirá el camino para el cumplimiento de la próxima fiesta, la fiesta de los Tabernáculos.

La fiesta de los Tabernáculos

" Habla a los hijos de Israel, y diles: “El día quince de este mes séptimo es la fiesta de los tabernáculos; se celebrará al Señor por siete días . “El primer día es santa convocación; no haréis ninguna clase de trabajo servil. “Durante siete días presentaréis al Señor una ofrenda encendida. El octavo día tendréis una santa convocación, y presentaréis al Señor una ofrenda encendida; es asamblea solemne. No haréis trabajo servil. " (Levítico. 23:34-36).

Después de la gran tribulación que vendrá sobre el pueblo de Israel, que nos llevará a un arrepentimiento nacional, reconociendo nuestro Mesías e invocando a nuestro Dios para liberación, cumpliendo el significado profético del Día del Perdón o Día de la Expiación, el Espíritu Santo se derramará sobre Israel para limpiar, perdonar y renovar. Para remover el corazón de piedra y sustituirlo por uno de carne y escribir la ley de Dios en nuestros corazones. Además, os daré un corazón nuevo y pondré un espíritu nuevo dentro de vosotros; quitaré de vuestra carne el corazón de piedra y os daré un corazón de carne. (Ezequiel 36:26-28) . “Pondré mi ley dentro de ellos, y sobre sus corazones la escribiré; y yo seré su Dios y ellos serán mi pueblo.” (Jeremías 31:33). Después de mucho sufrimiento y el refinamiento de los que queden, vendrá un tiempo que está simbolizado por los siete días de la fiesta de los Tabernáculos. Tal como la Sucá, que construimos y nos sentamos dentro durante esta fiesta, nos recuerda el amor de Dios, Su protección, provisión sobrenatural y cobertura sobre Su pueblo en el desierto cuando Dios nos proveyó de agua para beber, comida para comer, vestidos y zapatos que no se gastaron, y una inmensa cantidad de ramas para construir cabañas de resguardo para toda la nación, así mismo, llegará un tiempo donde Su amor, provisión y abrigo para todos aquellos que ponen su confianza en El, serán manifiestos completamente durante el reino milenial de Yeshua en la tierra, ya que restaurará el tabernáculo caído de David (Amós 9:11-15). Esto sucederá cuando Israel, como la nación escogida por Dios, finalmente reconozca nuestra necesidad de El y lo invoque diciendo: "Baruch Haba Be'shem Adonai" – Bendito el que viene en el nombre del Señor (Mateo 23:39). Yeshua regresará al Monte de los Olivos tal como fue llevado de allí hace 2000 años y establecerá Su reino, gobernando desde Jerusalén. Todas las naciones subirán a Jerusalén a celebrar, cada año, la fiesta de los Tabernáculos (Hechos1:11, Zacarías 14:3-5,16, Isaías 2:1-4, Apocalipsis 20:6). El se encontrará presente entre nosotros y gobernará toda la tierra con justicia, rectitud y paz por mil años. Sin embargo, hay aún otra fiesta, separada de la fiesta de los Tabernáculos – el octavo día, que se llama Asamblea Solemne. Ese día cae justo después de los siete días de la fiesta de los Tabernáculos y está separado. Su nombre describe una gran reunión de gente, y como es en el octavo día, nos asoma que está más allá del tiempo tal como lo conocemos hoy en día. Nuestro tiempo se cuenta por días y semanas de siete días. No hay ocho días en una semana. La tierra estará tal como fue creada por Dios en el principio, por una “semana” de milenios. Según el calendario judío nos estamos acercando al fin del sexto milenio. El séptimo milenio o el milenio “Sabático” será el reino de Yeshua por mil años, y el diablo será encarcelado (Apocalipsis 20:1-3). Después de mil años, el diablo recibirá su castigo eterno en el lago de fuego y todos los hombres que no fueron escritos en el libro de la vida y no tuvieron parte en la primera resurrección, se presentarán ante el gran trono blanco del juicio para rendir cuentas, "Y vi un gran trono blanco y al que estaba sentado en él, de cuya presencia huyeron la tierra y el cielo …." (Apocalipsis 20:11-15) Después de todo esto, vendrá el cumplimiento de la última fiesta, la Asamblea Solemne, el octavo día, donde todos los justos cuyos nombres fueron encontrados en el Libro de la Vida vivirán en el Cielo nuevo y la Tierra nueva para siempre (Apocalipsis 21:1). ¡Será una reunión gigantesca de todos los santos! Así como nuestra semana no tiene octavo día, habrá un fin a nuestro concepto presente de tiempo y todas las cosas serán hechas nuevas. ¡Este cielo y tierra presentes pasarán y nosotros nos uniremos a las miríadas adorando al Señor Dios Todopoderoso, el Santo de Israel por siempre eternamente! " Vosotros, en cambio, os habéis acercado al monte Sion y a la ciudad del Dios vivo, la Jerusalén celestial, y a miríadas de ángeles, a la asamblea general e iglesia de los primogénitos que están inscritos en los cielos, y a Dios, el Juez de todos, y a los espíritus de los justos hechos ya perfectos, ” (Hebreos 12:22-23).

¡Qué gran gozo y esperanza delante de nosotros! Que las riquezas de los tiempos señalados de Dios nos animen a ser vigilantes, mantener nuestros vestidos limpios y a sostenernos con fuerza en la fe viva, resistiendo hasta el final, para estar listos al sonar de la trompeta, pudiendo entonces, participar de esta celebración perpetua de la vida eterna en la

presencia de nuestro Dios.

“Por tanto, también vosotros estad preparados; porque el Hijo del Hombre vendrá a la hora que no pensáis.” (Mateo 24:44). "El que venciere será vestido de vestiduras blancas; y no borraré su nombre del libro de la vida, y confesaré su nombre delante de mi Padre, y delante de sus ángeles.” (Apocalipsis 3:5).